Perdón por interrumpir. Llego tarde,
como siempre. En realidad perdoname por todo. Por mi desorden, por
mis manías, por mis miedos a cualquier cosa, por reírme cuando
alguien se cae y enojarme cuando me caigo yo, por llorar cuando
alguien llora, por seguir creyendo que los sueños pueden cumplirse,
por no poder disimular en mi cara lo que me está pasando, por mentir
sin necesidad, por defender hasta el final mis ideas, por fantasear
con aparecer en una película, por querer demasiado, por levantar la
voz cuando me enfado, por amar los dulces, por ponerme histérica por
momentos, por querer combinar toda mi ropa, por ver fútbol siendo
mujer, por improvisar hasta último momento, por tenerle pánico a
las arañas, por escuchar música tantas horas, por luchar por lo que
quiero, por cantar bajo la ducha, por bailar hasta la peor canción
de la noche, por intentar ser la mejor amiga que alguien pueda tener,
por seguir poniéndome tacones aunque me duelan los pies, por
despertarme de mal humor, por adorar a mi familia, por importarme lo
que piense la gente, por no olvidar... Soy simplemente yo. Y gracias.
Gracias por estar ahí.
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