Vivir intentando vivir. Nadando contra
corriente, luchando en un mar de dudas sin fin, de contradicciones,
de decepciones, de inseguridades, de más mentiras que verdades.
Atravesando diversas opciones que conllevan ciertas decisiones
siempre difíciles de tomar. Eligiendo, la mayoría de las veces, el
camino más lleno de piedras y por lo tanto menos adecuado.
Encontrando moretones de esos golpes que de tantos me hice inmune.
Esperando a que el tiempo que tan veloz se escapa me ponga finalmente
en mi lugar. Dejando que el destino decida por mi y por mi estúpido
orgullo que no me deja dar ni un solo paso sin recordarme que está
ahí. Desperdiciando mil y una oportunidades de ser yo misma, aunque
siempre incompleta. Atada, paralelamente, a un pasado plagado de
recuerdos tan importantes que me oxigenan los pulmones incluso en la
montaña más alta. Despertando día sí y día no con miedo a lo
nuevo, a lo desconocido, a la emoción de arriesgar por miedo a
volver a perder, por miedo a todo. Evitando amar del todo a
cualquiera que se atreva a amarme. Arrebatándole mi cariño a los
que realmente lo merecen. Construyendo barreras contra todo aquel que
empiece a importarme. Buscando minuciosamente el más mínimo
defecto. Alejándome de cada sueño que cada vez tiene menos sentido
solo porque aún no luché por él. Tímida, miedosa, cobarde,
incapaz. Desesperando tras cada minuto privado de libertad,
presionado por cada pensamiento erróneo. Sobreviviendo a tropezones,
con cada respiro seguido de un largo suspiro que se alarga por el
peso que conlleva reconocer cada equivocación, que me desilusiona
pero que no me cierra puertas. Muriendo lentamente en un mundo
incomprensible, formado con amor y infectado de odio. Añorando
irremediablemente el florecer de una nueva flor.
-Flor
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