Todo lo que tienes que hacer es abrir tú baúl de los
recuerdos y coger esa fotografía; sí esa, la que está en ese rincón tan
escondida.
Sé que la pusiste ahí para apartar todos los
recuerdos que desprende. Sí parece cosa de magia, como una fotografía puede
captar en tan solo un "click" todas y cada una de tus emociones y
sentimientos.
Bien, cuando la tengas entre tus manos, tírate al
suelo y obsérvala.
Observa la buena calidad que se puede apreciar en la
foto, observa que tiempo tan bueno hacía por aquellas fechas a pesar de que
llevaras su sudadera, observa aquella calle llena de flores, observa como aquél
camarero servía a aquella chica ese capuccino que tanto te gustó, observa el
letrero con el nombre de la calle; "Rue Saint Jean", ahora...obsérvate
y obsérvale...observa cada gesto de ambos rostros. Ahora, párate a pensar, tan solo un
segundo que clase de tontería te estaría diciendo para que sonrieras. Sí, ya me
acuerdo..
En ese momento, te acuerdas de todo: de lo que
pensaste, de lo que sentiste, de lo que reíste, de lo que lloraste...y le
culpas. Le culpas por haberte hecho feliz, por haberte escogido a ti para lo
bueno y para lo malo, por haberte lanzado a la locura de un amor sin límite,
que ha conseguido traspasar los tuyos. "Esta increíblemente loco, pero
estaba increíblemente enamorada", piensas.
No pares de mirar la fotografía, no dejes de
descubrir detalle tras detalle, para poder explicar el "por qué" de
la situación. Y si te sale una lágrima, cuando los observas, no tengas miedo,
es como la lágrima de algo que te hizo feliz.
Aparta la fotografía, demasiadas emociones revividas
en un mismo instante. Relájate,
respira y cuenta hasta diez; bien...ahora miente, dile que no le quieres. Más
fuerte, no te oigo…grita que no le quieres, que se entere hasta la vecina del
cuarto si es necesario, esa que no hacía más que quejarse por el ruido que
solíais hacer. Díselo, que le
den.
Muy bien, ahora agarra la fotografía con todas tus
fuerzas y obsérvala por última vez.
Como han cambiado las cosas, piensas; pero estás
orgullosa, se lo diste todo, y aquellas pequeñas calles de París fueron testigo
de esos pequeños detalles que has podido apreciar.
Guarda la fotografía en el baúl, pero esta vez en
otro lugar más escondido, que no te sea fácil encontrarla.
Guárdala y piensa que puede que en un par de meses,
estés contemplando otra fotografía, que el destino habla por sí solo, y que mediante
casualidades París puede volver a ser el escenario perfecto.
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